domingo, 16 de marzo de 2014

la locura y la soledad.

Lira miraba la inmensidad y tranquilidad de la noche, la miraba desde la terraza del hotel. la loza era áspera, fría y ella se había acomodado gustosamente junto al barandal. Se encontraba abrazando sus largas piernas, su barbilla descansaba en sus rodillas. Portaba una larga falda blanca que parecía hecha de manta y una blusa color rojo que le quedaba grande. Sus rubios cabellos lacios caían sobre sus hombros y un fleco discreto escondía su lindo ojo izquierdo color azul.

-y... ¿Qué debo esperar?- preguntó a la nada aquella chica, como esperando respuesta de alguien inexistente.

-anda, contesta, no me hagas esperar ¿es a caso que ya no estás ahí? Sabes que detesto tú ausencia en los momentos que los necesito. Dime, ¿qué hago ahora? Sé que debería saberlo, pero no lo sé, sabes que es lo que pienso, sabes cuanto me preocupa.

'y eso no afecta, tú sigues ahí, sólo miras ¿te diviertes?... Venga ¿para que lo pregunto? se que te diviertes- lira se puso en pie y con desesperación gritó a la nada. -eres cruel, eres un maldito, no piensas en mí, en cuan mal puedo estar... Y ¿por qué lo pensarías? Ambos sabemos lo que somos, no dejaremos que pase, solo actuaste y ahora estoy aqui, sola, y extrañándolos a todos. eres malo... somos malos..

-Claro que lo somos- dijo una voz a su espalda.

Lira volteó la cabeza con una velocidad endemoniada. El color carmesí se apoderó de su dorada tez y la hizo resaltar como una llamarada de fuego. Sus ojos color miel se abrieron como platos. Sus labios color blanco se apretaron con fuerza y contuvo la respiración. Sus manos se pasaron en su regazo y su mirada se desvió.

Frente a ella un chico no muy alto de aspecto formal, portaba una camisa blanca de manga larga y un pantalón que hacía juego con sus zapatos negros. su tez era de un color oscuro, como el cartón. sus ojos tenían un pigmento del color de la miel y su cabello del color mismo. mostraba su blanca dentadura por medio de una sonrisa plena y abrazadora y lira sintió un vuelco en el corazón cuando capto el olor a eucalipto que despedía aquel chico moreno. el chico se recargó en el barandal de aquel balcón y aspiro el aire.

-huele a frío ¿no te parece?- comentó el chico sin voltear a mirar a lira. ella arrugó su seño y preguntó en un tono de extrañeza.

-¿olor a frío?- el chico rió, y se mantuvo un momento callado mientras pensaba como contestar.

-sí, como cuando hay una temperatura muy baja en el ambiente y tú sientes como si tus poros de la nariz se congelaran... Emm, no sé si me explicó- lira se quedó en silencio otro momento. reflexionaba sobre lo que acababa de decir ese chico. tomo su tiempo plácidamente y aspiró lo más profundo que pudo.
sus poros se congelaron y la sutil fragancia a eucalipto abordaron su nariz.

-eres linda- dijo el chico mientras rompía el silencio y le dedicaba una sonrisa imponente a lira. la chica se congeló y el rubor apareció una vez más en sus mejillas.

era tan fácil para aquella chica sonrojarse, que a veces le parecía extremadamente molesto. era la forma en que siempre era evidenciada y todos se daban cuenta de que la chica había sido reclamada por la pena. ella sentía su cara al rojo vivo y no encontraba un lugar donde ocultarse de aquel chico que tan rara la hacía sentir. pese al clima gélido aquellas palabras la habían hecho entrar en calor.

-gracias, supongo- comentó lira no muy convencida mientras enrroscaba sus rubios cabellos entre sus dedos.

-¿no me crees?- comentó el chico, se acercó a lira y acarició. su lacio cabello negro de una forma en extremo apacible.

-claro que no, no soy bonita- lira se giró para apoyarse en el barandal y mirar a lo lejos. el joven volvió a apoyarse en el barandal y trató de mirar hacía donde la chica de melena negra y risada.

-usas la misma táctica que todas las chicas, te menosprecias diciendo que eres fea, sólo para conseguir u burdo cumplido... tsch, pues sí, lo haré- el sujeto volteó su cabeza para mirarle y concluyó -eres muy linda- la chica soltó una risita de incredulidad, cerró los ojos y negó suavemente.

miro la linda camisa roja del chico, le daba mucho realce a el color moreno de la piel, acarició su lindo cabello negro e imaginó miles de escenarios románticos con el guapo joven. lira se dió la vuelta y se sentó a un lado de la puerta, cruzó sus piernas formando una mariposa y cruzó los brazos.

-¿no dirás nada?- preguntó el joven que admiraba sorprendido a la chica sentada en el piso de la terraza -¿qué haces?- volvió a preguntar el chico al ver que no obtenía respuesta de la linda chica de cabello negro y lacio.

-debo irme- dijo en un tono sombrío
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-¿cómo que debes irte?- le preguntó el chico.

-shhh, van a escucharte- susurro calmada.

-¿cómo que ...?-

-shhh, no quiero que te escuchen-volvió a interrumpirlo la niña.

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aquel sujeto rubio, con ojos verdes, mentón cuadrado, nariz respingada y cuerpo esbelto. se encontraba pensativo en el patio del hospital psiquiátrico. un cigarrillo en mano calmaba su ansiedad y un mundo de pensamientos enmarañados inundaban su cabeza.

-¿berny?- se escuchó decir desde el interior del edificio principal. el sujeto de unos 20 años, soltó la bocanada de humo que acababa de tomar del cigarro y esperó a que saliera la voz del edificio.

un sujeto no más alto que él, de cabello castaño y barba de candado apareció. sus ojos color café claro resaltaban rodeados por unas grandes ojeras, mostraba una ligera sonrisa y sobre está un tupido bigote. el hombre tenía un fornido cuerpo, usaba una playera tipo polo blanca y un pantalón del mismo color. ambos usaban esa vestimenta. era el uniforme del psiquiátrico.

-berny, es tú primer día y ya fumando, no eres como que muy resistente, ¿sabes?- dijo el hombre de la barba. berny apagó su cigarro y guardo el sobrante "para después" pensó.

-bien, hay que terminar ya, que faltan un par de pacientes-dijo el hombre de barba de candado.

él, entró al edificio relajadamente en la playera llevaba una placa con su nombre, Armando Márquez Cruz, y mientras caminaban los dos por los pasillos del psiquiátrico Armando platicaba con berny sobre los protocolos y reglas, berny hacía preguntas y Armando las contestaba.

después de una jornada en la cual Armando le presentó un par de pacientes a breny, el día estaba a punto de terminar y llegaron a la zona de aislamiento.

-¿por qué están aislados?- preguntó berny.

-son pacientes muy trastornados, tienden a hacerse daño en cuanto tienen oportunidad- comentó Armando -muchos de ellos han sufrido traumas severos y son muy delicados, siempre hay que saber tratarlos.

los hombres caminaron a la primera puerta, Armando la abrió con mera desfachates. se encontraron en un cuarto blanco con una muy pequeña ventana, dentro de la habitación sólo estaba una cama individual y una pequeña mesita con un vaso de agua. hincada en la cama mirando por la ventanita se encontraba una joven, de risado cabello negro y figura delgada. al entrar los hombres ella no se inmutó, estaba entregada por completo a el exterior. Armando se acercó con sigilo a la cama y le dijo al oído a la chica:

-karlita, ya me tengo que ir- la chica se giró a donde el hombre de barba y le abrazó.

-no se vaya don Armando.

-ay karlita, qué más quisiera, pero ya me merezco un descanso ¿no crees?- preguntó armando, la muchacha se limito a asentir- el es berny, de ahora en adelante él sera el encargado de los que están a mi cuidado-

-no le creo, el es malo, el no está aquí para cuidarnos- dijo la chica, el hombre de barba se extrañó, pero acarició el cabello de la chica con un gesto tan paternal que conmovería a cualquiera.

-prometeme que no volverás a este hospital, karlita ¿podrías hacerlo?- le pidió armando, la chica puso una cara seria y afirmó con la cabeza. -así me gusta señorita, intentaré venir a verte uno de estos días.

-espero que nos llevemos bien- comentó berny a la chica, acto seguido, ambos salieron, berny con la cara de enfado y armando con una sonrisa, esperando que aquella promesa fuera cumplida por la jovencita.
tristemente la promesa de la jovencita no sería cumplida, unos meses más tarde, el corte no sería en sus muñecas, sería directo en su yugular, pero esa es otra historia y será contadas en otro momento.

el siguiente paciente que visitaron, fue un hombre, su pierna estaba enyesada, y su mente divagaba en una hoja de papel. sonreía, murmuraba cosas, se reía y volvía a ver el papel. parecía feliz, parecía pleno, jugaba con el papel y decía cosas irreales cada vez que lo miraba.

armando se acercó a la cama y aclaró la garganta.

-¿Cartez, estás aquí?-

-por favor, Armando, ¿donde más podría estar?- comentó el hombre de la cama.

-pensé que podrías estar en uno de tus muchos mundos que has hecho- respondió armando.

-ay armando, siempre estoy en alguno de ellos, eso no quiere decir que no esté aquí- le respondió, hizo una pausa, sonrió y se adelantó. -supongo que el lo sustituirá.

-Cártez, siempre estás en todo, hasta me atrevo a preguntarme, por qué estás aquí, si estás más cuerdo que cualquiera en este hospital- el hombre de la cama tiró una risotada.

-sí te arrojas de la azotea de tu casa y sigues con vida, a este lugar es a donde te traen, creen que no sabía lo que hacia... pfff, claro que lo sabía, siempre lo sé- el sujeto se detuvo y miró a berny -tienes cara de pervertido-


-mmm, ¿gracias?- contestó berny

-no, no era un cumplido- dijo el sujeto serenamente

-Cártez, bajale- le contesto Armando. el celular de Armando sonó repentinamente y él salio rápido -no regreses, Cártez, en serio- le aconsejó armando quien se apresuró a salir.

-no será ningún problema- dijo dirigiéndose a Armando -entonces aquí nos veremos, señor...-

-Marcos.

-ah! que interesante, creí que era berny-

-mi segundo nombre, Bernardo Marcos Tejeda-

-perfecto señor MARCOS, entonces, nos vemos... ¿mañana?- preguntó el hombre de la habitación

-supongo- dijo berny de mala gana.

salió de la habitación con cara de pocos amigos, al salir, Armando hablaba por teléfono y esperó unos minutos para que se reincorporara con el.

-¿este qué?- preguntó berny

-como ya escuchaste, el pobre se lanzó de la azotea de su casa...-

-¿ay, que pueden ser 3 metros? no lo veo como locura- interrumpió berny.

-ay berny, una casa de 3 pisos no tiene 3 metros de alto- corrigió Armando entre risas

-wow, al parecer no solo loco, también tonto.

-es mas complicado que eso- dijo Armando -la soledad es muy difícil de afrontar. como esta chica, me da tanto dolor, ella... solo quiere irse, dejar todo esto y buscar ser un poco más feliz.

-¿qué le pasó?- preguntó berny.

-su familia fue atacada un día cualquiera, una comida, un sujeto entro y con un pica hielo. fallecieron su madre, su padre, su hermana y un amigo suyo, ella logró escapar por los pelos, pero hace unos meses, cuando tuvo la mas mínima oportunidad, llegó aquí por que se intoxicó con quimicos, nada de vida o muerte pero si estuvo grave un tiempo. después ya estando aquí, se clavó un tenedor en el cuello... no logró mucho, solo una fea y dolorosa cortada pero la salvamos... - Armando guardó silenció un momento y pensó un poco las cosas y continuó - para su desgracia.

'nunca he estado de acuerdo con dejar ir la vida, pero a ella no le queda nada, ni familia, ni amigos, ni casa... nada. lo peor es la forma en que se trastornó, ella vió al agresor atacar y mutilar a sus seres queridos, ninguna niña debe pasar por eso.

-¿niña?- preguntó berny

- solo tiene 16, no es más que una niña - Armando giró la cerradura y abrió el cuarto que tenía el mismo aspecto que los otros tres.

una chica de cabello enmarañado y pigmentación azabache se encontraba sentada en un rincón de la habitación y murmuraba cosas en un volumen muy leve, estaba en posición fetal en una tétrica imagen, lagrimas rodaban por sus pálidas mejillas. Armando y berny se acercaron a la chiquilla y comenzaron a escuchar el leve susurro de la señorita.

- vete por favor  - susurraba - no quiero que te escuchen y te lleven, quiero tenerte aquí conmigo, pero no puedes estar aquí si hay alguien más - decía preocupada.

- nunca le digo nada, ella está encerrada en sus pensamientos, en su burbuja - comentó Armando.

berny le tiró una mirada  extraña a la chica, sus ojos inexpresivos mostraban un total escrutinio a la maraña de cabello negro tirada en el rincón. se acercó a la chiquilla lentamente, se arrodilló junto a ella, le apartó el cabello de la cara con mucho cuidado y descubrió su cara, sus bellos ojos del color de la miel se hicieron presentes junto con una  cicatriz que abarcaba de la frente a su mejilla en todo el lado izquierdo de su cara; unos pequeños labios delgados y una nariz achatada completaban la visión de berni. la mirada de la chica seguía firme mirando al infinito mientras ella repetía en voz baja.

-tienes que irte, no me quiero quedar sola, no quiero que te lleven.

berny tomó su cara entre las manos y le comentó a la chica.

-tranquila, no me lo llevaré, estarás con el... te quedarás para siempre con el - le dijo en voz queda, la chiquilla lo miro y comenzó a negar con la cabeza aterrada un poco más.

-no, él va a venir y no quiero que lo encuentre, no otra vez, no quiero - dijo la niña mientras abrazaba sus piernas y su llanto se hacia más profundo.

berny se levantó y regresó con Armando quien se veía afligido por el estado que presentaba la chica, en ese momento Armando contempló no a una simple chica, vio los ojos de una hija, los ojos de una pequeña que necesitaba cuidar, una niña que necesitaba ayudar de una u otra manera, el corazón de armando se petrificó y no supo que hacer solo observó a la niña y junto con berny, salió de la habitación, seguido de un berny que parecía simplemente no tener sentimientos, un pedazo de roca.

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el crudo y molesto sonido del celular acabó con la tranquilidad de la habitación principal del matrimonio Luna Cervantes, un sonido agudo, y constante no dejaba de hacerse presente y tras un instante, Ricardo Luna Vázquez, tomó el teléfono y aún adormilado contestó la llamada. a su lado estaba recostada su esposa Angélica quien no fue capaz de conciliar el sueño después de ese estruendoso y molesto sonido.

-no puede ser, estaba seguro de que no corría peligro ¿cuando pasó?- preguntó y tras pasar su mano sobre su cabello continuó con la conversación - pero ¿lo tienen? - hizó una pausa -entonces voy para allás, denme media hora - enseguida colgó el telefono y raudo se levantó de la cama.

-¿todo bien, mi amor?- preguntó su esposa Angélica- a lo que Ricardo solo pudo negar con la cabeza. a Ricardo se le había hecho un nudo en la garganta por lo que su esposa siguió cuestionándole - ¿qué pasa, no me dirás?-

-¿recuerdas el caso en el que estaba?- preguntó Ricardo y la dama afirmó con la cabeza - la chica falleció - dijo con una cara agobiada.

- pero ¿no estaba segura? dijeron que no se lastimaría ni que nadie más la lastimaría- dijo la mujer quien también había sido presa de la conmoción.

- no lo tengo muy claro, pero atraparon a quién lo hizo. por eso debo irme ya, te amo - abrazó fuerte a su mujer le dedicó un amoroso beso y Ricardo se terminó de arreglar para salir a su busqueda.

durante el camino el detective Ricardo solo pensaba en la trastornada cara de la chica aquél día en que se habían encontrado, recordó su cara cubierta de una mezcla de sudor, sangre y lagrimas, su ropa desacomodada, su melena enmarañada y esa dolorosa mueca que tenía la chica. en todo el camino no pudo evitar pensar en ella, no era un crimen que le tocaba atender, pero ese día pasaba por ahí, ese día fue una simple casualidad, tal vez acción de dios para que el pudiera salvar a la chica... y hoy, hoy estaba muerta, recordó cuando la envió a la casa albergue donde ella le prometió estaría bien y recordó la llamada y la preocupación que le había producido el día que lo llamaron de la casa hogar, Lira  había intentado suicidarse, preparó una soga en su dormitorio para intentar colgarse, afortunadamente una de las chicas  frustró su intento de suicidio.

un mes después  de el incidente con la soga, el detective Ricardo recibió otra llamada, lira había intentado suicidarse usando productos de limpieza. despues de un lavado estomacal y una orden del juez, lira fue enviada a una institución mental.  tomando en cuenta un leve daño que le había producido la falta de oxigeno la primera vez que intentó quitarse la vida y la reacción de gases que provocó su segundo intento y aunándole el estado que tenía su psique en ese momento, el detective Ricardo no tuvo opción más que acceder a la orden judicial. él la estaba comenzando a ver como a alguien a quien quería proteger, iba a verla cada semana, él y su esposa (de manera indirecta) se preocupaban por la chiquilla y ahora ya no estaba.

una vez en la comandancia el detective Ricardo se encontró con el compañero que estaba llevando su caso a la par.

- Luna, supongo que ya se enteró - asumió el colega de Ricardo. a lo que él afirmó con la cabeza..

-¿qué pasó?- pregunto con aspecto serio

- uno de los trabajadores de la institución, la atacó, todos dicen que fue demasiado rápido, nadie pudo hacer nada, cuando alguien calló en cuenta, ella ya había sido atacada, lo detuvieron, pero cuando llegaron con la chica... ya era tarde, falleció hoy a las 5 de la madrugada, cambio de turno, todos distraídos, no sé que decirte...-

- no tienes que decirme nada, solo pasó - le interrumpió Ricardo y miro los archivos que estaban en la mesa.

en una de las carpetas estaba la foto de una mujer de largo cabello lacio y rubio, del color del oro, una sonrisa ingenua se dibujaba en su boca y una mirada perspicaz en sus ojos, "era su madre" pensó Ricardo "se parecería a ella". al lado otra carpeta con una imagen, una niña de melena rubia y risada de no más de 10 años con una nariz chata "como la de ella" pensó. en otra carpeta un hombre de cara cuadrada y cabello corto de color negro  sonreía y miraba el mundo con ojos de alegría y amor. en ese momento una lagrima rodó por la mejilla del detective Ricardo "no pude cuidarla, perdóname" se repitió para él mismo. la penúltima carpeta tenía la foto de un chico no mayor de 17 años con tez morena y ojos café claro, "a ti también te debo una gran disculpa" y juntó las cuatro carpetas, solo una quedó en la mesa.

en la mesa había quedado una carpeta, con odio el detective Ricardo la abrió y vio la foto de un sujeto de pelo corto tintado de verde y mirada lúgubre, Marcos, Marcos Quirón, el ex novio de la chica y asesino de la familia.

- lo lograste, malnacido, lograste tu cometido - dijo el detective, molesto - ni siquiera al matarte logré salvarla.

el día de los asesinatos, el detective iba pasando por el vecindario y se topó con unos gritos secos, bajó de su auto para encontrarse con la horrible escena de la casa de la chica Lira y su familia siendo atacadas por el desequilibrado sujeto, en ese momento, el detective no tuvo otra opción que disparar al agresor. probablemente haya muerto al instante en que la bala impactó en su cráneo, pero aún así, el quería a lira muerta y de una manera indirecta lo consiguió.

-¡Ricardo! - le dijo su compañero mientras lo tomaba de su brazo para traerlo de vuelta - lo interrogarás o qué?- preguntó. Ricardo afirmó con un suave gesto y se dirigió a la sala donde tenían al asesino de la inocente Lira.

Ricardo entró a la habitación sereno, pero una vez que había cerrado la puerta, algo en él cambió, se abalanzó sobre el canalla que le había quitado la vida a la pobre chiquilla y le estampó la cara un par de veces contra la mesa que estaba frente a él, Ricardo tenia ganas de no ser policía, tenia ganas de despedazarlo, de destrozar todo lo que era aquel sujeto, pero después de propinarle un par de golpes, Ricardo se tranquilizó y esperó a que el sujeto se recuperara. Ricardo era un hombre fuerte, alto, musculoso y bien parecido, llevaba una barba a medio cortar y cabello corto de color oscuro y solo preguntó:

-¿por qué?-

-tú hubieras hecho lo mismo, no podía soportarlo, verla ahí, después de tanto, ¿tu la hubieras dejado así nada más?... no, no lo hubieras hecho, nadie lo hubiera hecho... ¿sabes cuanto dolía, cuan triste era su vida? no lo creo, después de todo, solo eres otro policía que solo quiere saber para archivar el caso e irte a tu casa a dormir y ya.

"a ella no le dieron nada, solo la dejaron que se pudriera, en la soledad, en la incertidumbre, al final te termina destrozando la soledad y la tristeza, yo solo quería salvarla, yo solo la ayudé...-

-¡ERA SOLO UNA NIÑA Y LA MATASTE!; ¿¡CREES QUE ASÍ ES FELIZ?!- le gritó Ricardo desesperado.

-¿y como estaba era feliz?- preguntó el sujeto

el detective Ricardo no pudo responder nada, no tenía con qué responder y solo bajó la cabeza.

- espero que te pudras en la cárcel.- le dijo el detective.

-yo también, oficial, yo también- comento el sujeto mientras se rascaba la barba de candado

- bueno, señor...- miró la carpeta que había sobre la mesa -Márquez Cruz, ojalá sufra mucho.

el detective Ricardo salió de la habitación y Armando, se quedó ahí, esposando y llorando pues nada quedaría ya, mas que su soledad y él.