viernes, 25 de julio de 2014

En una tarde otoñal

"a mí poca coordinación"

*leer en voz alta y con la melodía del 
  segundo movimiento del otoño de 
  las cuatro estaciones de A. Vivaldi*

No te sorprenderías si al pasear por una calle empedrada los sonidos silbantes producidos por el viento invadieran tu entorno. Tu cabello se alzaría en todas direcciones, tu bufanda sentiría un ligero impulso pero no sufriría gran movimiento; tú sentirías el delicado toque de una caricia amiga y la premonición de una inminente tormenta, a pesar de eso no te sorprendería observar el claro reflejo del ocaso, allá, en el oeste. Verías como el sol se oculta de a poco tras aquel burdo muro de tabique rojizo, cubierto por una verdosa capa fúngica.

Tu sombra te pediría regresar a un lindo refugio, con una llama que te diera calor y un techo que te otorgara protección, ella se alargaría una y otra vez en petición de retirada a un lugar más confortable. Tú, omitirías la petición y te limitarías a seguir de largo, paso tras paso por aquella calle interminable que se tornaría muy oscura, tanto, que las sombras bailarían un vals en derredor tuyo, un vals tétrico, incansable, invisible y al mismo tiempo intrigante, solo perceptible a los ojos merecedores y pacientes.

te extrañaría el hecho de que el único sonido audible fuese el del soplo del viento y el viene y va de tu respiración, ni puertas, ni autos, ni siquiera algún alma profanaría el delicado silencio del que gozas, a pesar de lo extraño, lo disfrutarías como al canto más hermoso y profundo.

la lluvia comenzaría a mijar poco a poco tu pequeño universo, cada piedra, teja, ventana o farol quedarían empapadas por la tenue lluvia, aliada de tus lagrimas perdidas.

mientras, te seguirías preguntando ¿qué pasaría si salgo a caminar en una tarde de otoño ventoso? 


si terminaste de leer en cuanto terminó la pieza... creo que leíste bien