domingo, 26 de abril de 2015

-Nunca me gustó como escribes, eres muy superfluo con las palabras, te rebuscabas mucho, eres muy castrante. Solo te leía por mi querer.

decir que aquello no me provocó dolor es como decir que no le quise.

Le quise, con locura, cada palmo de mi ser le quiso. Es probable que haya sido la única ocasión en que he amado e incluso la única en que lo haré.

Por lo menos también sé que me quiso, que llegó un punto en el que ella también lo hizo, tanto, que me leía con gusto, con ojos de deseo y de empatia, con esa necesidad de vincularse a mí de alguna manera, tal vez eso se logró, tal vez sí se creó un vínculo un tanto peculiar, no lo sé y probablemente nunca lo haga, en realidad no me importa mucho, pero me intrigan esas noches tan peculiares en que aparece ese sentimiento.

A ella le gustaba leerme, puede negarlo, no me molesta, no busco reconocimiento, ni aclamación, a veces pienso que ni siquiera busco entendimiento, pero aquella cosa extraña que busco término por encontrarla, en esos momentos en que desesperadamente busca mis letras, esos momentos en que las encuentra, esos momentos en que las disfruta... Esos momentos en que las niega.

-Nome gustaba leerte... Porque me gustabas mucho y porque me dolías más.
*no me gusta como lo terminé*

miércoles, 8 de abril de 2015

Se busca alma.

no me gustaba, era muy demandante

Cada noche me mantenía despierto, creando, pensando, idea tras idea, no se me era permitido dormir hasta que no terminara. Cualquier cosa que se me hubiera ocurrido, no había un tema, ni siquiera alguna sugerencia, solo debía de escribir, ella empujaba mi lapiz con zaña, como si quisiera matarme de fatiga, cánticos, poemas, cuentos, relatos, descripciones, pensamientos, todo lo debía plasmar a oscuras mientras ella me miraba fría como piedra y me juzgaba con odio.

Deseaba dormir, añoraba con tanta fuerza ser arropado y no escribir nada, solo crear imágenes, perderme en un universo inentendible y ver cualquier cosa y no atarla a una descripción, pero siempre era igual, cada noche escribía algo, permanecía en vela hasta escuchar 3 campanadas en el relog... las mismas 3 campanadas siempre.

A las 3 campanadas, comenzaba a sufrir, sentía el peso de mis parpados elevarse exponencialmente, mis manos comenzaban a no querer moverse, mis pensamientos divagaban y perdían el hilo de lo escrito, mi cabeza caía una y otra vez y mi cuello sentía cada jalón, pero aún no se me permitía dormir, no hasta no ver terminada cualquier cosa que estuviera haciendo.

Ella no me gustaba, era muy demandante

De todo lo que escribía siempre se quejaba, lo odiaba, nada era lo suficientemente bueno, nada valía la pena para ser mostrado a ningún otra ánima, solo eran los pensamientos de otro idiota que creía ser bueno para algo, cuando en realidad no valía para Nada.

Ella no me gustaba, era muy demandante, quería que se fuera.

Un día desapareció, en realidad no estaba seguro si se había ido o simplemente yo ya estaba muerto, ya no discernía entre estar dormido o despierto, todo era lo mismo, mismas caras, mismos sucesos, sonidos, juegos, historias, todo se repetía una y otra vez.... y yo escribía por costumbre.