El clima era perfecto, la brisa nocturna me caía en la frente. la luna, brillaba como nunca sobre el techo de la palapa e iluminaba todo el entorno. Nunca me había gustado el mar al ciento por ciento, pero, si el ambiente sería así, podría aprender a amarlo.
Por un momento imaginé todo lo vivido, cada tropiezo y cada caída, cada vez que me levanté y cada vez que me dejé caer. Una sonrisa se creó en mi boca y todo se enmarañó, me abrazó y me besó. Me dejé llevar por todas esas vivencias y me arrojé al agua. Aquel toque sutil de frío me recorrió y se apoderó de mi cuerpo, me sedujo y me invitó a llevar una danza con ella. y bailé, la luna nos orquestó una dulce melodía y las olas de aquel calmado mar, se avivaron para danzar junto a mi.
"¿Qué sigue?" me atreví a preguntarme. solo me limité a bailar, ni siquiera pensé, dejé que la luna continuara con su bello canto y las olas, con su hermosa danza. Un largo momento de goce me hipnotizó y entonces entendí que seguiría.
-¡QUE SIGA, LO QUE DEBA SEGUIR!- grité con un éxtasis indescriptible -¡SIGO YO!-...
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Cuando me desperté, sabía que algo había cambiado en mi, pero que seguía siendo el mismo niño idiota y eso me hacia feliz. Me arreglé lo más rápido que pude y me marché a la facultad. con mi imaginación en la bolsa del pantalón, para recordarme que todo irá bien, y mis miedos en la bolsa chiquita de la mochila, para recordarme que debo prepararme. y me aventuré a descubrir que había afuera de mi burbuja.
así que, queridos lectores, si hoy tuvieron un mal día
no se preocupen, mañana pueden tener uno peor.
MIGUEL YAHIR CÁZARES SOLORIO
MYCS
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