domingo, 29 de marzo de 2015

Preludio en D minor...

El dulce sonido de cada instrumento y el fuerte vibrar de la imponente voz de aquel hombre arrollaban mi delicado sentir, me convertía en un simple espectro inexistente en algún punto de la realidad, en un espectro móvil, un reflejo que viajaba de lado a lado del universo en un sencillo movimiento de muñeca, en un estruendoso soplido, en un gentil respirar.

El momento era incierto. El potente sonar de la ira me paseaba por los aires y me zarandeaba como un mar bravío; de igual manera me susurraba al oído el delicado sonido de la tristeza, me acariciaba la sien y besaba mi oreja  como una falsa amante, confundida y atraída por mi soledad.

Cada momento me trasladaba a lugares diferentes, los serenos puntos de incertidumbre me llevaban a la duda, me detenían por un segundo y al instante caía en el comprender e inmediatamente me encontraba en la excitación. en el momento del dolor, la preocupación era el principal lugar que me alojaba,  Amable pero estoica y directa.

Existía un instante dudoso muy común en aquella explosión de sonidos, en este me dejaba todo pensamiento atrás, todo deseo, todo impedimento y me elevaba, bajaba, giraba, reía, gritaba, todo y más, a mi voluntad propia. Reinaba y regía mi porción de realidad, me sentía feliz y encontrarme momentáneamente feliz sólo me llevaba a la felicidad misma, al cielo y al infierno, lugares que no podía discernir y sin embargo, no lo necesitaba.

" mi señora, mi musa, mi reina.
permítame el atrevimiento y júreme su amor, su deseo, su eterno canto para, por el resto de mi existencia, poder seguir siendo un simple espectro que se mueve en este espacio que llamamos universo, tan vasto, tan misterioso y tan tuyo"

No hay comentarios:

Publicar un comentario