lunes, 23 de junio de 2014

callados

la chica se levantó y tomó su tiempo para respirar, la habitación estaba hecha un desastre, lo sabía y no le importaba, prendió un cigarro y fue directo a hacer lo mismo con la computadora, su silueta era linda, su andar inseguro, su lacio cabello caía por detrás de sus hombros, le daba un poco de opacidad a su tono de piel y su forma de fumar era tan delicada que incluso era atractiva.

el piso estaba lleno de papeles y diferentes prendas de ropa, tiradas estratégicamente para dar un aspecto más desastroso a aquella habitación, la cama había perdido la forma hace un par de horas y unos tenues rayos de sol se colaban por entre las moradas cortinas  purpuras; en un pequeño buró descansaban unas botellas de cerveza, la cajetilla de cigarros, un celular y varios pedazos de papel con diferentes pensamientos cortos plasmados con una tenue marca de grafito.

tomó una de las camisas tiradas y se la echo encima, se estiró de una manera muy graciosa y se acercó a la ventana y la abrió con el cuidado de no dejar que las cortinas se corrieran, deambulaba por la habitación como si fuese una pequeña y delicada locomotora de vapor siguiendo unas vías imaginarias. al llegar junto a la puerta hizo el amago de encender la luz.

-no la enciendas.

el sujeto que hasta ahora se había mantenido quieto recostado en la cama acababa de hacer acto de presencia en la escena aunque aún parecía perdido en las figuras que formaban las grietas del techo, se frotó los ojos y se levantó de manera muy tranquila hasta quedar sentado en la pequeña cama.

-no la enciendas - repitió en voz baja, mientras se levantaba por completo de la cama.

la chica se quedó parada en silencio con el cigarro en la mano y la camisa desabotonada, solo miraba como se aproximaba a ella con un paso desenfadado y sin la más mínima prisa.

-me da flojera como caminas, así llegarás en un par de horas.

-no creo que tengas algo mejor que hacer

-podría jugar un rato, ya encendí la computadora.

-me dejarás aquí como idiota?

la chica aguardó un segundo y al siguiente instante contestó

-te dejaré aquí, pero no me culpes de tu idiotez.

se sentó junto al buró y extinguió el restante de su cigarro y continuó

-oye, esto es mierda, llegará un punto en que, tú estés bien y yo no o yo esté bien y tú no y todo va a venirse abajo...

-no, abajo no - interrumpió el sujetó con un tono mimado y un tanto estúpido mientras se sentaba y recargaba su melena en los hombro de la chica. ella acarició con cariño la barba del aquel tipo y sus labios se tornaron en una leve sonrisa

-tonto, no me refería a eso, sabes a que me refiero.

él se dejó caer en la cama y sujetó a la chica para que cayeran juntos.

-claro que lo sé... lo que no sé es: ¿por qué estás tan decidida a dejar este asunto a medias? si yo me recupero primero estoy seguro que quiero ayudarte a que te recuperes y si pasa al contrario confío en que quieras hacer lo mismo

-te irás.

-claro, pero no me iré hoy.

los ojos de aquella mujercita se clavaron en los de su complemento y recordó la punzada dolorosa que le produjo aquel adiós otorgado por el ultimo hombre que prometió quedarse. una discreta lagrima rodó por su mejilla. se levantó lentamente y secó sus ojos que habían tomado un tono rojo.

-creí que no tenías sentimientos - comentó el hombre aún recostado en la cama

lo miraba con cierto dolor, mientras que a él le daba mucha curiosidad saber lo que pensaba. en el momento en que él sonrió ella se echó a llorar, era un sollozo apagado casi inaudible, de esos que te retuercen el alma. el tipo se levantó a consolarla, le tendió sus brazos, ella los aceptó. Aquel abrazó fue sincero, aquel abrazo fue puro, no fue un abrazo de amantes, tampoco de enamorados, mucho menos de pareja. en aquel abrazó solo hubo un cariño, solo sabían que ahí estaban los dos y era lo que importaba.

al alzar la mirada, la pequeña mujer volvió a centrarse en sus ojos, acarició aquella melena negra enmarañada y le regaló sus labios

-no te amo - le dijo la chica

-yo tampoco - le contestó con una sonrisa burlona

ambos guardaron silencio mientras dejaban que el abrazo siguiera y fluyera a través de la habitación. unos segundos después la aguda voz interrumpió el silencio.

- insisto en que deberías de joder sus putos inicios de semana, sería épico.

- claro que no, no soy un imbécil

- ay, claro que lo eres... pero no lo quieres aceptar. tu decide, yo ya me cansé de esta platica aburrida ¿volvemos a lo nuestro?

el sujeto asintió y sonrió.

 lo que pasó a continuación tuvo la misma relevancia que lo ya contado, o sea que no contó con relevancia alguna y simplemente todo se mantuvo igual, pausado en el silencio.

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