sábado, 13 de abril de 2013

Dormido en el limbo

IX.- Deseo

Mi cara sólo expresaba incredulidad y frustración, nunca los había visto como tales, siempre se habían presentado como un eco bamboleante dentro de mi cabeza, me daban opiniones que nunca había pedido, me regalaban intrigas y dudas,  planteaban caminos diferentes a los que ya tenía en mente, me empujaban y retaban para que realizara muchas acciones. Disfrutaba de jugar con mi mente, la retorcían, la apretujaban, desgarraban, cada atisbo de cordura en ella para después, descomponera en pequeñas partículas de locura. Pero sólo como unas banales voces que a veces podía ignorar, pero verlos ahí, a los 3, mientras me miraban... Seguro había perdido la razón, tal vez no era una realidad, sólo mi delirio mientras creaba esas situaciones, pero ¿por qué?.

-te diré porque- comentó el sujeto de cabello extremadamente corto, portador de la chamarra de mezclilla -por cobarde, por idiota, por e...-

-¡BASTA!- grité furioso, la expresión del sujeto (¿O sería "mi expresión"?) formó una sonrisa de oreja a oreja, siempre había disfrutado de atormentarme, de encararme su siempre acertada razón, siempre me había descompuesto.

-vaya, vaya, el nene se enojó, que desastre, ahora no podré dormir sin su amistad- me contestó

-calla, se supone que deberíamos ayudarlo- comentó el "yo" de playera roja, el sujeto era exactamente igual a mí, o al menos a como me veía yo, un tipo corpulento, alto, pero en sus cafés ojos resaltaba la curiosidad, la gran arruga que portaban en la frente era notoria, las cejas impares, los grandes cachetes, era verme exactamente al espejo.

-¿ayudar? ¿A este inservible saco de mierda? No tiene sentido- replicó el sujeto de la chamarra, en un tono gélido.

-¡ya!- dijo tajantemente el yo de la playera roja -no ayudas-

-ya te dije que no tiene caso ayudar a este imbécil- le respondió a el sujeto de rojo, acto seguido se giro a mi y gritó -¡COBARDE!-

-¡BASTA, HE DICHO!- grité tratando de imponerme -¿¡CON QUE DERECHO VIENES A ACUSARME DE COBARDE!?-

Mi "yo" portador de la mezclilla me plantó un golpe entre el pómulo izquierdo, el ojo izquierdo y la nariz, me derribó

-¿al menos sabes donde putas estás? pinche inútil- comentó, con un tono despectivo, me limité a negar con la cabeza. -¿no es un genio el señorito?- les preguntó retóricamente a los otros 2.

-¿donde está?- preguntó el de la camisa color vino, que había permanecido en silencio, mientras jugaba con el risado cabello negro

-¿quién?- dije mientras gastaba energía al tranquilizarme.

-ella- me comentó tranquilo

-¿Diana?- pregunté casi en automático. El "yo" de cabello largo arqueó una ceja en signo de extrañeza para después crearse una sonrisa (se que se oiría muy egolatra y narcisista pero me encantó mi sonrisa)

-sí, Diana- comentó con una voz un tanto castrante.

-abajo, se asea, ella qué?- pregunté extrañado.

-ya sabes quién es ¿no?-  volví a negar con la cabeza. Una patada directa a mi estómago me hizo caer por completo en el piso espero del cuarto, cuando me recuperé me di cuenta que la había dado el de mezclilla.

-¿como podría saber quién es?-

-recuerda, arriba, allá la conociste- me dijo el "yo" de cabello largo mientras se acercaba a mí y alejaba al sujeto vestido de mezclilla -¿no notas algo que te provoca? ¿algo que te de un más hacía ella?- me dijo cuando se encontraba muy cerca a mí.

No lo había pensado, la chica me daba seguridad, fuerza, necesidad de seguir, aunque en un principio me dije a mí mismo que no me importaba quién fuera, había pensado en su identidad mucho tiempo, quería ayudarla y quería ayudarme... Puede que tal vez me atrajera un poco, pero no la veía de una manera en que quisiera hacer algo con ella. El "yo" bocón que usaba la chamarra se reincorporó En la conversación

-claro que sí, siempre lo ha notado. La deseas- dijo con una sonrisa burlona.

Aquello era una mentira, otra broma, otra jugarreta de ese idiota, no loa veía de tal manera... ¿O sí? No había pensado en eso, o al menos no propiamente hasta ese instante. La duda se apoderó de mi mente, en realidad ¿como veía a esa chica? Esos rasgos presentes en su cara, que más que raros, los encontraba interesantes; sus afiliados dientes, que probablemente eran mortales, encaramaban su extraña belleza; sus amarillos ojos mostraban una puerta a un alejado y misterioso mundo inexplorado; su delicada tez plata y sus numerosos lunares me activaban como una pequeña flama a una pila de hierba seca; su irregular voz absorbía toda mi atención; su esbelta pero curvada figura que te invitaba a la imaginación y su largo cabello del color de la oscuridad coronaba aquella irreal belleza... Por primera vez me lo pregunté ¿La deseaba? Y los pensamientos se fueron tejiendo con otros considerando aquella idea...

Pero con aquella idea también llegó otra a mi mente. unos ojos café claros y con ellos se fue formando una imagen; una ondulada y linda melena  castaña ( pareció que esa imagen llevaba el olor a cuestas, ese exquisito olor); una respingada y arqueada nariz, que era de poco agrado para mí, pero que no la imaginaba de otra forma; unas mejillas lindas; unos labios rosados que en el más mínimo movimiento podían formar una sonrisa; su cuerpo, que si no era el más delgado, era la combinación perfecta entre curvas y líneas, de esos cuerpos que mantendrías en tú mente gran parte del día; su piel, tersa, una deliciosa amalgama entre el blanco y el rosa, generando un tono crema, tan propenso a tornarse a un precioso y contratante color carmín; y su cuello perfecto, ardiente como una aglomeración de estrellas combustiendose a escasos kilómetros entre ellas.

Ambas imágenes se mesclaron en mi mente, daban apertura a consideraciónes extensas. Una voz garrasperosa, grave y profunda habló a mi oído "la deseas" me dijo. Negué. Atentamente con la cabeza y solté un grito a todo pulmón.

-¡NO LA DESEO!- retumbó a través de la habitación.

-mentiroso- comentó el "yo" cruel.

¿La deseaba? Me pregunté por segunda vez, y ambas imágenes volaron en mi cabeza... Tal vez, el asunto no era si la deseaba o no, si no ¿a quién? A la intrigante mujer pálida que conocí en la fosa, o a la preciosa castaña que había conocido el tiempo normal.

Reflexione... Y me negué a desear a alguna "claro que sí" me susurró la misteriosa voz. Un grito más desesperado que el anterior salió de mi.

-Miguel, que os pasa? Tío que me haz hecho aterrarme- me dijo Diana ala entrar a la habitación con su túnica bien sujeta -per ¿con quién habláis? ¿Por que haz gritáo?- msj preguntó confundida.

Al mirar en derredor nuestro no había rastro de los otros, sólo ella y yo en la habitación

No hay comentarios:

Publicar un comentario