lunes, 8 de abril de 2013

Una cría de perro

Capitulo 1.- años atrás

Hace 4 años mis padres murieron, o mejor dicho fueron asesinados, en uno de los macabros ritos de los vampiros, el llamado jarrón goteante. Una práctica en la cual los padres de familia eran llevados en decenas a "el jarrón", un estadio o algo por el estilo donde los padres eran desangrados y su sangre era usada para alimentar a las filas de los dueños de la oscuridad, como se habían autodenominado los vampiros.

A Erick le había pasado lo mismo y ambos fuimos a parar a la calle.

Un día, poco después de haber perdido a mis padres, vagaba por una plaza cercana a la que fue mi casa (al momento de morir mis padres, el dueño del condominio, un viejo huraño llamado bosco silver, me echó de el pequeño departamento en donde vivíamos, que porque ya no tenía con que pagar... No se aceptaba la sangre de menores de 18 como pago para nada, era mal visto a ojos de los vampiros que se podían considerar benevolos, los líderes de los amos del crepúsculo).

Era los únicos rincones que conocía y me aterraba alejarme de ellos, mientras vagaba sin rumbo un grupo de seis chicos crearon un círculo en torno a otro chico, tras un segundo comenzaron a gritar y a moverse bruscamente, entendí lo que hacían y con fiero ímpetu me lancé contra el círculo para dar patadas, mordida y puñetazos al aire, esperando que alcanzarán alguno de los objetivos. Nunca supe la duración exacta de la confrontación, yo la sentí extremadamente fugaz.

Me movía tan rápido como podía, al entrar al círculo pude asestar una patada en la espalda del tipo más alto del grupito, quen se dobló mientras dejaba escapar un grito de dolor, ya incorporado completamente en el círculo solté patadas, guantazos y puñetazos a diestra y siniestra... Pero un golpe lanzado por los montoneros me cayó directamente en el estómago, tras ese, un duro golpe directo a la nariz, que me desorbitó y me hizo caer de espaldas y me provocó tirar al otro chico, el, cayó sobre mí y después de eso sólo vinieron patadas y golpes que caían por todos lados

(...)

Desperté poco antes del crepúsculo tan adolorido por los golpes, que me costaba moverme. Me quedé ahí tendido boca arriba sobre el frío y aspero pavimento de la plaza; miraba al cielo opaco y nublado, el eterno cielo de los vampiros. Un rato después comencé a sentir mis extremidades pero aún no me quería mover, me dolía demasiado. En mi vida había peleado con alguien y mucho menos me habían sonrrajado paliza como la que me habían dado. Estuve 3, 5, 10 y quince minutos tumbado a la merced de quién fuera, me percaté que ya no llevaba zapatos ni la mochila donde guardaba la poca ropa que pude sacar de mi antiguo hogar.

Un par de viejos y sucios tenis cayeron a escasos centímetros de mi cara.

-fue lo único que pude conseguir- dijo una cansada y quejosa voz -¿estás loco? ¿que pensabas al arrojarte sobre esos patanes?- hizo una pausa pensativa -pero gracias, dicen que la intención es lo que cuenta- y se echó a reír.

Aún no había visto bien al chico. Este se acercó a mí y me tendió una mano que a dolorosos esfuerzo tomé y use para levantarme. El chico de tez levemente morena tenía el ojo derecho inchado y el izquierdo amoratado, la boca sangre y se presionaba el abdomen con la mano izquierda. Era un poco más alto que yo, me sacaba no más de cinco centímetros, su cabello era negro, largo y muy alborotado; Tenía una complexión atlética  Y su cara no era muy descifrable por lo molida que estaba. Me sonrió dejando al descubierto sus dentadura, a la cual le faltaban un par de dientes.

-¿donde vives? Te acompañaré.
Guardé silencio y negué con la cabeza. La sonrisa del chico se apagó.

-¿el jarrón, reclutamiento o retribución?- me preguntó

Esos eran los 3 ritos más conocidos de los vampiros y los que involucraban a humanos, el reclutamiento era cuando los vampiros tomaban muchachos y les reclutaban para ser assasins, humanos mejorados genéticamente para detener sublevaciones de otros humanos. Y la retribución se daba cuando tomaban personas como granjas de sangre, para las tropas vampiricas.

-jarrón- comenté con voz triste.

-¿tienes donde quedarte?- negué con la cabeza

-soy Erick, ven- me dijo mientras comenzaba a caminar. Tomé los tenis, me los puse y lo seguí... A muy duras penas.

-soy Alan- comenté con tímida voz.

Esa noche fue cuando conocí a Erick, me llevó a una vieja casona abandonada y lugubre a las afueras de sangrarria, la casa estaba oscura y descuidada. Era de dos pisos, nadie hubiera querido ir ahí, y con los vampiros mucho menos. Aquella casona de madera era muy intimidante, tenía cierto estilo de película de terror, la duela del piso crujiente, humedad en todas partes, oscuridad envolvente y silencio absoluto. Era una de las casas en donde no entrarías ni por un millón de condes, porque sabías que terminaría como una de esas viejas películas de terror que hacían los humanos antes de que los vampiros tomaran el control.

Entramos a ella, Erick se veía muy seguro, adolorido pero seguro y yo, aterrado de pies a cabeza, pasamos por el vestíbulo y la sala de estar todo oscuro, no se divisaba ningún detalle, sólo un resplandor al final del pasillo, luz?

Llegamos a lo que era la cocina, luces de velas la iluminaba y otro chico ahí, frente a una cacerola, cocinando.

-Diantres, sólo había para preparar 2 platos de caldo Erick- dijo el muchacho, un chico no mayor que yo, un poco más bajo que Erick, puede que de mí estatura, su tez la tenía clara y cabello rubio, sus pequeños ojos de una tonalidad verdes, penetrantes; tenía una cicatris que atravesar verticalmente su mejillas izquierda, desde su parado a su barbilla; una nariz respingada y sus delgados labios alojaban una sonrisa. Tenía un cuerpo delgado y no muy atlético, y vestía ropas gastadas como las de Erick. Un huérfano más.

-no hay problema, mario, no creo que sea muy difícil compartir un poco, o sí?- dijo Erick molestosamente, por culpa del dolor que sufría.

-claro- convino mario. Esa noche cenes y me quedé con Erick y Mario, ese tiempo se torno en 4 años en los que fuimos los más grandes amigos.

(...)

En los siguientes años todo cambió para bien, Erick y Mario tenían un sueño, que sí bien era raro, era muy viable, convertirnos en vampiros, enlistarnos en sus tropas y así terminar con una buena vida, tratar de cambiar un poco el punto de vista de los vampiros, para ayudar un poco a los humanos "ayudamos a los humanos, no seremos los típicos vampiros crueles que abundan en las calles, en lugar de causar miedo, seremos respetados y ayudaremos a los demás" nos repetía Erick todo el tiempo. Era el más optimista de los 3, y con el pasó del tiempo se arreció, no sólo su carácter, sino también sus facciones, pero nunca dejó el optimismo.

Se convirtió en un sujeto alto, su cabello lago y negro, mucho más fuerte que antes y hábil en pelea, poseedor de unas cuantas cicatrices, en su boca una atrabezaba su labio inferior, haciendo un ángulo de 45 grados en torno a este, y otra en el tabique de su nariz; sus ojos marrones casi negros y su tez ligeramente morena no habían cambiado mucho, pero sí sua miradas y expresiones, además de su cara y cuerpo, ahora era un buen aspirante a vampiros.

Mario y yo no éramos tan optimistas en cuanto al tema de volvernos vampiros, eran asesinos, monstruos fríos que buscaban sangre y propinas miedo a los humanos para mantenerlos a raya. Mario era el más analítico de los tres, con el pasó del tiempo comenzó a tener mejor cualidad para contemplar cada probabilidad y sacarle el mejor provecho. El también había cambiado. Facciones y mentalidad, todo el era nuevo en cierto aspecto.

Su cabello rubio lo mantenía corto, su cicatriz de la mejillas izquierda seguía ahí (se la había propinas un vampiros cuando Mario se interpuso entre su madre y el) nunca dejaría que desapareciera; sus ojos verdes ahora eran un foco de análisis, desconfiaba de casi todo, a excepción de Erick y yo; su delgada figura se había tornado y aunque no era el más rápido (ese era Erick) o el más fuerte (ese era yo) era el que tenía mejor técnica y habilidad. Sin mencionar que era el más pequeño de los 3, había crecido a penas 10 centímetros desde que llegué con ellos.

Yo también había cambiado tanto en mente como en cuerpo, no creía que convertirnos en vampiros fuera la mejor solución, pero aceptaba que era viable, aunque no estuviera contento del todo, también desconfiabajo de lo mucho que podría cambiarnos.

Me había vuelto más delgado y fuerte, era el más alto de los tres le ganaba a Erick por un par de centímetros una cicatriz en mi frente me acompañaba desde mi primer encuentro con Erick; me dejaba mi negro cabello largo, sinceramente no podía escribirme más, sería necio y tonto. Esos éramos nosotros, Erick gustaba de llamarnos los 3 mozqueteros, eran personajes de un libro viejo. A Erick le gustaba mucho la vieja literatura humana, yo tenía un cierto gusto por el viejo cine y mario por el teatro humano, sí, éramos unos raros

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