miércoles, 27 de febrero de 2013

Dormido en el limbo

III.- El puente de lava

Durante una hora (mas o menos, francamente no tenía idea del tiempo que pasaba en aquel lugar), subidas, bajadas, y el mismo lugubre paraje, nada cambiaba. la misma piedra negra bajo los pies, a los lados corrian 2 ríos de lava, de los cuales no se veía ni inicio, ni fin. En el cielo la gran bola de fuego brillaba tenuemente.

-¿quienes dices que habitan la torre?- le pregunté a la chica mientras ella miraba hacia el río de la derecha. Me miró por un momento y me contestó

-las sombras- me quedé pensando un momento en un par de  posibilidades.

-y ¿entonces para que vamos allá?- ella si quiera me miró.

-po's pa' que mas, pa' dormir, pa' comer algo- lo que ella dijo era incongruente con lo que había dicho antes, me extrañe muchisimo, ademas desde que estábamos ahí no tenía tanta hambre o cansancio.

-¿qué hay de las pesadillas?- le pregunté. Ella sonrió

-¿no os habéis preguntáo por qué quedan las sombras cuando una pesadilla ataca un corporeo?- me respondió (responder preguntando, era exasperante esa chica, me agradaba). Pero me puso a pensar ¿por que no se comían el alma? Por mas que pensé no capté la razón. Ella notó mí incertidumbre.

-Las pesadillas no se comen a las sombras porque no pueden, es como si les dieran asco, cuando hay sombras cerca las pesadillas no aparecen y así podéis dormir placenteramente-

-¿Y por qué no te quedaste ahí?- dije extrañado

-pos veráis, cuando pasáis demaciáo tiempo con las sombras se vuelven hostiles- dijo la chica, jugaba con su tunica y camninaba en zig-zag

-¿por qué se vuelven hostiles?- le pregunté mientras le tomaba del brazo, así detenia su zig-zag

-pos quien sabe, algo ha de haber que no tengan cuerpo, digo me desesperaría no tener un cuerpo normal y ser un pedazo de materia volatil e inherte- me dijo con un tono burlon y sarcastico

-ya, lo siento- seguimos caminando por una o dos horas (...)

Al cabo de casi un día de camino (ok, no estoy seguro a ciencia cierta de el tiempo que caminamos) llegamos a un lugar donde la torre se veía visible completamente, y ahí, ahí era donde nacían y desembocaban los ríos de lava. Era un gigantesco lago de lava, y se veía una gran isla a unos 200 metros de donde estábamos  y la lava a una profundidad de 50 metros de nuestro piso, ese paisaje era imponente, y en el centro de lo que era ep sendero se alzaba un largo puente que conectaba el lugar donde estábamos con la "isla" que estaba en el lago, el puente no era una estructura natural (vaya, que observador) era de piedra color blanca, de ancho no pasaba del metro y medio, y no había barandal o cosa para sujetarse, no quería ir por ahí, pero era la única forma de llegar a la torre.

-¿miedo, tío?- me preguntó la chica

-nee, para nada- dije tratando de tragarme todos loa pensamientos que pasaban por mi cabeza y dandole una entonación despreocupada. Pero me aterraba, no creía poder pasar por ahí.

-ok, id vos primero, yo ya conosco este puente y vos no, así podre veros-

Me adelante y empece a caminar con poca seguridad, no estaba seguro si ella venía tras de mi o no, pero no tenia ánimos de averiguarlo, solo quería pasar rápido ese puen...

Mi mirada bajo, observo el vacío, el aire corrió por mi cara, sentía como me precipitaba hacia abajo, como mi cara se estampaba contra algo duro y después se nublaba mi vista. Mis piernas no pudieron sujetarse mas, se vencieron como cuando intente atacar a la chica que me acompañaba, pero esta vez, no caería sobre un piso de piedra a un metro de mi, caería a un rió de lava a 10 o 15 mtrs bajo de mi, mí tronco se giró, traté sin éxito de tomarme de algún lugar con las manos, el terror se apoderó de todos y cada uno de mis átomos, por fin, era el fin.

Sentí un dolor penetrante en mi omóplato izquierdo, como si me encajaran un cuchillo y luego otros cuatro cuchillos se clavaron en mi hombro, sentí un tirón y como me arrojaba hacia atrás  el dolor fue insoportable y dejé escapar un grito a todo pulmón  sentí la misma sensación pero del lado derecho del cuerpo y eso solo agravó el dolor. Sentí un tirón mas fuerte, mis pies se despegaron del suelo, por un momento me sentí como un muñeco de trapo, y al siguiente mi cara se estampó contra la piedra negra y me desvanecí (de nuevo)


y así, queridos lectores, si hoy tuvieron un mal día, no se preocupen,
mañana pueden tener uno peor.
MIGUEL YAHIR CÁZARES SOLORIO
MYCS

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