martes, 19 de marzo de 2013

Dormido en el limbo

I. La niña de la capucha negra

Cuando logré abrir mis ojos, sentí de pronto como todo el dolor se apoderaba abruptamente de mi cuerpo, mis piernas me atormentaban y mis manos parecían destrozadas, sentía la parte izquierda de mi cara hinchada y adolorida. Con gran sufrimiento logre incorporarme (en serio sentía un profundo dolor) y al incorporarme mi respiración, se cortó de tajo, todo lo que me rodeaba me llenaba de profundo temor.

Me encontraba en un paraje que nunca antes había visto... O imaginado. Una rara piedra negra se hallaba bajo mis pies. grandes ríos de lava recorrían algunos puntos de aquel lugar. se lograron ver unos inmensos troncos de lo que parecían árboles, eran gigantescos y de un color gris tenue, casi blanco, pero muy diferentes a los arboles que había visto antes. un cielo negro era lo que se lograba observar al dirigir la vista hacia arriba. pero en ese cielo negro se encontraba una gran esfera de fuego, pese a su gran tamaño no lograba alumbrar mucho, pues solo lograba ver en un radio de 7 u 8 metros, puede que haya sido el polvo que me rodea, o en realidad no había mucha luz. Lograba ver y saber donde se encontraban los "ríos" de lava por la luz que manaban. Tras un rato de mirar aquel paisaje lúgubre, me percaté de que mi dolor ya no era tan exagerado. Y me concentré en mi aspecto.
Era terrible, cuando bajé la mirada logre ver mis pantalones de mezclilla rotos y ensangrentados en las rodillas. Las palmas de mis manos estaban raspadas y mi camisa desgarrada. Solo llevaba un zapato, traté de buscar en los alrededores pero no encontré el otro. al pasar mi mano por la porción adolorida de mí cara arrastré algo de sangre. No tenía idea de que pasaba o de donde me encontraba, pero si iba junto a uno de los ríos de lava podría tener mayor visibilidad (era algo ¿no?).

Me dirigí a uno de los más cercanos, estaba a escasos 10 metros de mí primera posición . Y como lo anticipe, mi visibilidad mejoró bastante pero, no sabía que era lo que tenía que hacer ahora. Me tiré junto a aquel río de lava y me desvanecí al instante, estaba muy cansado y adolorido como para hacer alguna otra jugada.

-Oye, flojo- escuché al tiempo que sentía unos golpes en la espalda -despertaos-
Me giré rápidamente y tome una piedra cercana (¿De donde la saque? no tengo idea), la levanté en intención de atacar a la figura desconocida. Pero levantarme mi pierna izquierda se venció haciéndome caer de nuevo.

- tío, tranquilo, os vais a lastimar- dijo la figura que era difusa para mis ojos. Su voz tenía un acento ibérico, además, era demasiado dulce, como la de una mujer.

Sentí un dolor tremendo en la pierna, como si me la hubiera facturado. Ella (o eso esperaba que fuera) se acercó a mí. Más tranquilo, aunque desconfiado, logre ver como se acaba aquella figura. Usaba una túnica negra con una capucha, no lo logré ver su cara, pero era bastante esbelta y de estatura media. Entre las mangas de la túnica aparecieron dos manos pequeñas, con un tono bastante pálido, tomaron mi pierna y con un gran tirón acompañado de un "crack", mi pierna tomo su lugar de nuevo. Para la estatura y complexión de aquella desconocida tenía demasiada fuerza, eso sólo me asusto más.

-¿veis? Pudiste averos lastimaó mas fuerte- dijo mientras se levantaba y me tendía sus pálidas manos.

-¿Qui... Qui... Quien eres?- dije con timidez y cautela.

-pos no lo se ¿Quien soy? Vos deberíais saberlo-

-odio cuando la gente se anda con esas tonterías, acertijos, rompecabezas y estupidez- dije con cierto enojo y dejé escapar un suspiro.

-os juro que no miento, pero se que vos sabéis quien soy, me lo han dicho- dijo el ente con un tono raro, como si le sorprendiera mi ignorancia.

-Lamento no saberlo- me disculpe -de verdad, me gustaría ayudarte, pero estamos ahorcados los dos, yo no se quien eres y tu no sabes quien soy, es...-

-oh no, Miguel, vaya que se quien sois- me interrumpió. Mi estomago se revolvió. Sabía quien era. y eso me aterraba

-ok, vas ganando- dije espetando una sonrisa forzada -Tal vez si te quitas la capucha te reconozca  es difícil saber quien eres mientras traes la cara cubierta-

-tenéis razón, que boba he sió, disculpadme, puede que por eso os halláis asustaó- dijo entre risitas, se remangó la túnica y se quitó la capucha que cubría su cabeza y obstruía mi visión.

Nunca antes había visto a esa chica, pero tenía algo familiar, al descubrir su cabeza se asomó una larga y enmarañada cabellera lacia con tonos grises y negros. Tenía  unos finos ojos, de color amarillento, su cara tenia rasgos finos, pero al mismo tiempo recios  su tez, era pálida en casi todos los puntos, pero en el cuello le rodeaba una especie de collar de piel oscura, sus orejas eran un tanto puntiagudas, su cara un tanto afilada, y al esbozar una sonrisa me encontré con unos largos y afilados colmillos. Me aterraba, pero para este momento, que podría ser lo mas extraño con lo que me toparía.
Mire por un rato a aquella mujer, era tan hermosa como, en cierta manera, aterradora. Su sonrisa era cálida y amenazadora al mismo compás. sus ojos, hermosos pero desgarradores. Ella se dio cuenta de forma en que la veía, y se incomodo, dejo de sonreír y esquivó mi mirada.
-Así que... Decidme, quien soy?- me volvió a cuestionar con una cara de desconcierto.

-otra vez disculpa, no lo se, te veo familiar de cierta manera, pero no me queda claro quien eres- dije tristemente. Ella soltó un suspiro y se sentó en un tronco tumbado junto al rió de lava. Me senté junto a ella y le cuestione -¿Donde estamos?- ella me miro.

-No lo se, he estaó aquí mucho tiempo, sin demasiás respuestas, el limbo, quizás- dijo muy segura

-o posiblemente en otra realidad, infierno, purgatorio, hay un mundazo de posibilidades- pase mi mano por mis piernas y sentí un bulto en mi pantalón, mi cartera, eso me trajo una idea.

-busca en tu ropa, puedes traer una cartera, un indicio, lo que sea- dije emocionado -cualquier cosa es buena, debes de traer algo en los bolsillos- ella negó con la cabeza.

-solo llevo encima la túnica, tío, aquí os aseguro que no traigo una mierda- dijo. Me quede atónito, incrédulo de la palabra de la chica.

-¿me dices que solo llevas la tínica? ¿De verdad?- ella asintió y lo que hiso a continuación me abochornó de pies a cabeza.

Tomó los botones de su túnica y los desabrocho fácilmente. Mentiría si les dijera que no miré, pero no fue mi intención meramente. Al desabotonar su túnica y retirarla, quedo al descubierto su piel, blanca como el pelaje de un lobo, poseía unos pechos muy llamativos (¿donde los metía? En la túnica no se apreciaba mucho).

Aunque traté de no mirar, no lo conseguí (que quieren? La carne es débil)  pero eso ayudo, al pedirle que se tapara mi mirada paso por su pecho, en un punto sobre su seno izquierdo. Había un símbolo raro, un símbolo que solo había visto un par de veces en mi vida. Un símbolo creado por mi... Y lo llevaba tatuado ¿Que diantres significaba eso?

Era un símbolo raro que había dejado en mi infancia. Una cruz y un par de círculos deformes en derredor a ella. Pero no estaba seguro si en realidad era mí símbolo.

-¿puedes mostrarme de nuevo?- la chica muy dispuesta empezó a desabotonarse la túnica, esta vez solo descubrimos su hombro (seee, ya no pude emocionarme).

La chica (o lo que fuere) tenia un delicado tatuaje en la porción izquierda de su pecho. era negro, lo que contrastaba con su pálida piel, de hecho era del tono de su cuello. Me intrigaba y sin pensarlo me acerque a ella, no tenía olor, pero su piel era extremadamente suave, aquellas cosas me aterraban, pero al mismo tiempo me fascinaban.

Después de un tiempo de conversar  en el cual le conté donde había visto ese símbolo, le conté que lo había imaginado hacía ya unos (muchos) años. Que no sabía de donde venía ni nada, pero que lo conocía desde hace tiempo.

-vale, eso me sirve demaciáo- dijo con un tono sarcástico. No podía evitar la familiaridad que me daba aquella chica.

-caminemos, siempre me sirve para recordar o al menos distraerme- le dije, ella aceptó y emprendimos camino, pero antes me detuve en seco -¿a donde iremos?-

-podemos ir a donde me alojo, siempre hay algo ahí- dijo ella con gran seguridad y con una sonrisa muy natural...

y así, queridos lectores, si hoy tuvieron un mal día, no se preocupen,
mañana pueden tener uno peor.

MIGUEL YAHIR CÁZARES SOLORIO
MYCS

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