Duermes liviano, tranquilo, te sumerges en un sueño simple y normal, fluye en un espacio etereo, en un espacio solo para ti.
Y entonces ese espacio gaseoso comienza a sublimarse, sobre ti y el inmenso espacio se comienza a llenar. El agua sube, te llega a las rodillas y después a la cintura, la corriente que se forma te va halando y ya la tienes en el pecho, pataleas para seguir a flote, no logras nada, lo sigues intentando, pataleas, luchas, intentas y, para variar, no mejora nada, estás harto de seguir pataleando, de continuar con tu vano esfuerzo de seguir a flote, y bajas la intensidad de tu pataleo.
El agua te llega al cuello, y que más da, la corriente puede hacer contigo lo que guste, ya no te opondrás, ya no seguiras pataleando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario