jueves, 21 de marzo de 2013

Damián estuvo tirado 15 minutos junto a su puerta, pensando en lo que le acababa de pasar, solo un segundo le basto para romper en llanto, era un llanto de dolor, su llanto emanaba tristeza  emanaba un aura de impotencia. y tras un par de minutos, en la posición en la que estaba, sentado, con la cara oculta entre sus piernas, se perdió, en sus sueños, en sus imágenes falsas, creadas solo para su propio consuelo, en sus pesadillas, en su delirio, queriendo soñarla, solo... una vez mas, solo una vez mas saber que ella lo quería, y que el también... en su mente una cruda imagen apareció, yuri, en  los brazos de otro, alguien mejor que el, alguien mas apuesto, mas fuerte, mas inteligente "es tan corto el amor y tan largo el olvido"

A Damián lo despertó un puntapié en la espalda baja, tres veces arremetieron contra el

-Cártez, Cártez, wey, ¿estas bien?- escucho Damián provenir de una vos, un tanto irregular, limpia, muy gruesa para ser aguda, pero muy chillante para ser grave.

Damián regresó al plano físico con un par de quejidos, producidos por los golpes recibidos, comenzó a despabilarse poco a poco y al levantar la mirada una chica estaba frente a el.

-Diana, déjame en pinche paz ¿quieres?- le dijo Damián en un tono cortante y seco, casi grosero.

-¿que traes pendejo?- le respondió Diana con tono indignado, la chica miró la perilla del departamento de Damián, la chica sonrió, meneo la cabeza y cerro los ojos, se giró y abrió la puerta del frente, el departamento 16.-vamos nene, levántate, quieres un café... o prefieres una copa de buen whisky, bueno, tequila, digo, no tengo para tanto- completo y le regaló una sonrisa al deprimido pre-escritor.

este se levantó y entro al piso de la chica, Diana, su vecina, una joven de tez morena, cual chocolate de ;leche, portadora de un largo cabello extremadamente crespo, con unos rayos grises; un tanto delgada; sus cafés ojos espulgaban a Damián de cabo a rabo; la linda chica, estudiante de psicología.

un rato después de que entraran al apartamento de la chica, en el cual vivían ella y su madre (aunque su madre trabajaba todo el día y era rara la vez que Damián cruzaba palabras con ella), ya, Damián con una tasa de café y Diana con un caballito de tequila, comenzaron a charlar.

-vaya, vaya, vaya... vaya ty que chingue a su madre, pinche vieja pu...-

-Diana, por favor, no digas eso, si ni yo lo digo-le reprochó Damian a Diana.

-es que te lo juro, eso es tan poco honorable-

-ya, que mas da?-

-"¿Qué mas da?"? ¿neta? ya te miraste en un espejo, estas deshecho, en fin, te terapearía, pero eso no es ético-

-¿de cuando acá sigues la ética?-

-desde el último idiota con el qué lo hice-

-no mames- Damián, la miró, tomo un sorbo de café y soltó un puñado de carcajadas.

ambos continuaron su platica, Damián se encontraba muy triste, Diana lo sabía perfectamente. pero ella solo se dedicó a escucharlo, a tenderle su mano.

un buen rato después, se escucho el crujir de una puerta en el pasillo y un paquete de pasos, era hora de irse, era hora de ir a descansar. Damián se despidió de Diana, y al salir se topó con Antonio.

-¿Qué, linda, quieres unos tarros de azúcar?- le dijo Antonio, quien solo portaba una toalla verde que le cubría por debajo de la cintura

-Que pendejo eres- le contestó Diana -tranquilo "Rulfo", nada puede ir tan mal- le dijo a Damián, se despidió y cerro la puerta del apartamento 16.

Antonio miro a Damián y viceversa, Antonio tomó una pose victoriosa y Damián solo rió y meneo la cabeza, ambos entraron a su apartamento.


y así, queridos lectores, si hoy tuvieron un mal día, no se preocupen,
mañana pueden tener uno peor.
MIGUEL YAHIR CÁZARES SOLORIO
MYCS




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